Era fin de año y me encontraba lejos de mi casa, lejos de mi pueblo en otra ciudad. Por obvias razones, siendo 31 de diciembre, todas las personas estaban listas para viajar y la mayoría como suele pasar y me incluyo en ese grupo, dejamos para ultima hora todo. Ya con el equipaje listo, salgo a buscar un taxi y despues de tomarlo me dirijo a la estacion de buses con todo el animo y la felicidad de pasar el año nuevo con mi esposa y mis hijos. Sin embargo, como era de esperarse y a pesar de ser solo las 2 de la tarde, el terminal de transporte se encontraba a desbordar y todos los tiquetes de buses ya vendidos.
Muy preocupado, viendo que el tiempo pasaba y no habia esperanzas de encontrar solución escucho a lo lejos una voz anunciando la venta abierta de tiquetes para un bus adicional que llegaria pasadas las 6 de la tarde. Sin mas remedio, luchando contra la multitud me hice espacio en la fila para asegurar mi compra y fue entonces cuando vi por primera vez a esa mujer, delgada, entre unos 18 o 20 años, acompañada de un señor un poco mayor para su edad, algo asi como de 45 años en una actitud algo sospechosa como si entre ellos hubiese algun romance.
Yo por mi parte, despues de haber comprado mi tiquete, me dirigi hacia un restaurante ubicado dentro de la misma estacion de buses a comer algo y esperar las dos horas que hacian falta para que llegara el bus.
Pasado ese tiempo finalmente llegó el tan anhelado bus y una vez mas, abriendome paso entre la multitud ingresé y busque mi puesto para tomar asiento. Varios minutos despues, grata sorpresa¡. Aquella misma niña que habia captado mi atencion en la fila, era mi compañera de silla, asi que con algo de inquietud, la deje que pasara porque su puesto era el de la ventanilla y trate de meterle conversacion sin exito alguno pues sus respuestas fueron escasamente si y no.
Notando su desinteres, opté por no perder mas mi tiempo y no volví a dirigirle la palabra ni mirarle, como si simplemente no existiera.
Asi fueron transcurriendo las horas y me entretuve hasta que finalizó la película que como de costrumbre colocan en los buses y al apagar la tele, no tuve mas que hacer sino tratar de dormirme. Con las luces apagadas y en la oscuridad total del bus, de repente siento una mano que toca mi hombro y me susurra, "quieres arroparte?". Yo totalmente atonito por el inesperado suceso, no tuve ni siquiera aliento para contestarle sino que simplemente me incorporé en su sabana y recosté mi cabeza en el espaldar de la silla, mientras ella colocaba la suya en mi hombro izquierdo, como si se tratara de su novio.
Viendo aquello y con mas ansiedad que nunca por la impresión de lo inesperado, hice un esfuerzo por asimilar y razonar ante lo evidente. Asi que, deje el miedo a un lado, busqué con mi mano la suya y la tomé apretandola suavemente. Despues, giré mi cuerpo para colocarme de medio lado y la abracé con toda la confianza del mundo, como si nos conocieramos desde siempre.
Entonces, ya en una posicion mucho mas comoda, empecé a susurrarle al oido diciendole lo mucho que me habia gustado desde que la vi y con toda la delicadeza, comencé a darle suaves besitos en el oido, mordiendole a ratos la puntica de la oreja, apretandole la cintura y tocando sus senos ya excitados por mis besos y caricias.
Con la lujuria de aquello volando entre las nubes por el goce del placer, busque la forma de desabrochar su pantalon y metiendo mi mano que bajaba lentamente desde su pubis hasta su entre pierna, logré alcanzar su vagina, humeda, caliente y desbordante de aquel liquido que no puede compararse sino al elixir de los dioses.
No soportando mas, fue ella misma quien hábilmente tomo con sus dos manos su pantalon, recogió sus piernas y lo deslizó muy despacio para quitarlo, quedando a medio lado disponible para que yo hiciera mi parte. Asi que solté el broche de mi pantalo, baje la corredera, saqué lo mio y me acomodé perfectamente a su altura para deslizar mi pene entre sus nalgas hasta llegar a su vagina, deseosa, caliente y al borde de la locura por sentirme adentro.
Ya penetrando sus labios, apretando su cintura, besando su cuello con todo el cuidado de no romper aquel silencio que inundaba el bus, noté como ella con una de sus manos tocaba rapidamente su clitoris mientras yo con mucha suavidad la penetraba por detras, hasta que un sutil gemido que aunque suave y delicado fue escuchado en todo el bus, empecé a sentir su vagina palpitante por las contracciones de un orgasmo que mágicamente, disparó de un solo tajo mi nivel de excitación, desencadenando con ello la mas placentera y lujuriosa eyaculacion, en un momento que nunca me esperé y dentro de una mujer a la cual ni siquiera le conocía el nombre.
Increíblemente, nunca volví a estar con ella, pese a finalmente haber sabido de quien se trataba y buscado por varios medios conocernos mas. Son estos los momentos de la vida que nos muestran lo sorprendentemente inesperada que puede ser y la muestra irrefutable de que aquí......nada esta escrito.
